Fue a principios del siglo XX, cuando Harry Sherman decidió fijarse en el círculo cromático e intercambiar los uniformes blancos por unos verdes o azules. Este cambio, vino dado por la complementariedad de los colores, haciendo que el tono verde anulase en cierto modo, al rojo. La idea nació porque este cirujano, presentaba molestias debido a las luces de los focos, que apuntaban a la sangre de tal forma que no se podían distinguir ciertos detalles anatómicos y derivaba en una visión más cansada.
El verde, además de aliviar, tiene un efecto tranquilizante dentro del quirófano. Transmite a su vez, sensaciones de limpieza, serenidad y calma, tanto para los pacientes como para el propio personal sanitario. Para este último, también supone cierta ventaja, ya que acentúa la concentración.
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